Ser Carlos Belloso a veces es muy divertido. Soy feliz siendo Carlos Belloso. Me reconocen por los trabajos, me reconocen por mi compromiso político. A veces la invasión de la gente me produce algunas fobias y me pone un tanto nervioso, pero el saldo es positivo”. Con ese capital cosechado, el actor, célebre por sus actuaciones en series como Tumberos o la telenovela Sos mi vida, ahora hace ¡Kapuska! Un peronista suelto en Moscú. En esta obra de teatro, encabeza un elenco donde están Alejandra Oteiza, Beto Bernuez, Pepe Arias y Eduardo Marcos. El texto es de Max Delupi y Florencia Aroldi; la dirección, de Curly Jiménez; la dirección de arte, de Daniel Santoro; la dirección general, del propio Belloso. Las funciones van en dos salas, días y horarios distintos: viernes a las 21 en el Palacio El Victorial (Piedras 722) y sábados a las 20 en Teatro El Vitral (Rodríguez Peña 344).
—¿Por qué te interesó participar de este proyecto?
—Porque le veía mucho potencial como una mirada que necesitamos ahora, como una mirada que se comprometa con el momento actual y aúne ideologías para enfrentar a un gobierno que no cumple con su palabra. Le vi mucho significado histórico, simbólico y actual.
Esto no les gusta a los autoritarios
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—¿Quién es tu personaje?
—Pedro Conde Magdaleno es un sindicalista gremialista de pastelerías y afines, en la década del 40, del primer peronismo, un gobierno que apuesta a que el trabajador sea fortalecido en sus conquistas sociales. En el 47, le ofrecen ser agregado obrero y llega a ser casi diplomático. Entonces, va con su familia a la Embajada Argentina en la Unión Soviética, y se ve a mi personaje en esas circunstancias.
—¿Cuál es tu mirada sobre el sindicalismo en la actualidad?
—La actual representación del sindicalismo en la CGT tiene una forma que, a mi gusto, hay que rever, para enfrentar estos momentos. Pero individualmente los sindicalistas en cada línea son diferentes. Uno puede apoyar tal o tal postura. Los gremios tienen que ser más desafiantes, y el sindicalismo unido en la CGT tiene que ser uniforme, con un plan de lucha efectivo y líneas concretas para combatir a este gobierno.
—¿Qué significa que tu personaje sea peronista, y qué significa ser peronista hoy?
—Mi personaje es un idealista peronista. A él le significó ascenso social y pasar de trabajador de la panadería, a secretario del gremio y a agregado obrero. Ser peronista hoy es volver a la identidad, a la doctrina, a empaparse de lo que podría llegar a ser un peronismo, un movimiento grande que aglutine distintas ideas, pero con un vector doctrinario: tercera posición, justicia social, soberanía política e independencia económica. Creo en el peronismo y sus ideas, pero también en un movimiento que aglutine otras formas, sean progresismo o democracias de centro.
—En ¡Kapuska!, ¿hay una toma de posición sobre los totalitarismos?
—En ¡Kapuska!, el totalitarismo es el stalinismo. Y el peronismo aparece contraatacando eso. Si bien Stalin para muchos rusos es el padre de la patria, uno se topa con purgas, crímenes de Estado, gente comiendo de la basura, industrias trabajando a destajo sin cumplir con los ideales marxistas, comunistas. Pedro Conde Magdaleno, al ser un peronista idealista, se entristece con eso y trata de combatir a un régimen opresor.
—¿Cómo surge el humor a partir de este planteo de la obra?
—Este personaje está en la Guerra Fría; no está en una oficina, un escritorio, sino en el campo de tareas. Ve al obrero, ante un Estado que no cumple con los derechos mínimos. Entonces, el humor se genera en la imposibilidad de un momento histórico difícil, donde entran el espionaje, el boicot y la persecución. Y un peronista que quiere peronizar a la Unión Soviética (un trabajo titánico, muy costoso) genera mucho humor.
—En tu trayectoria, has participado de producciones grandes, tanto en teatro, como cine y televisión. En esta obra y también en la anterior (“El aparato”), estás haciendo teatro independiente. ¿Por qué?
—El teatro independiente da poco para vivir, pero genera una posibilidad de probar nuevas cosas que, quizás, en otro tipo de teatro más comercial o en otros formatos, no se puede conseguir. Para mí, el teatro independiente no es dinero, sino lograr experimentar ciertos lenguajes que en otros lugares no puedo. Al mismo tiempo, es una modalidad de producción que es de relativamente fácil factura. Si bien hay que conseguir dinero para escenografías o vestuarios, se resuelve más fácil. Frente a la idea que uno tiene y no puede conseguir, surge el experimento y se subraya la actuación ante la imposibilidad de una producción grande.
Contra el desguace
A.M.
—¿Cuál es tu evaluación del presente político de la Argentina, por la cual esta obra que estás haciendo vendría a hacer un aporte?
—Este gobierno es una de las peores cosas que nos han pasado en los últimos años, porque concretamente no respeta la democracia. Dijo: “Vengo a destruir el Estado”. El Estado somos nosotros; el Estado es lo que nos protege a nosotros. Este gobierno es un destructor de los derechos adquiridos y de luchas que han costado trabajo, sacrificio, vidas. Al mismo tiempo, el Poder Legislativo está totalmente acorralado por el Ejecutivo, que veta leyes y, con Decretos de Necesidad y Urgencia, no pasa por el Congreso. Y la Justicia reinterpreta la Constitución a su manera y tiene privilegios de otros tiempos, de tiempos monárquicos, como no pagar ganancias. La democracia ha llegado a un límite de lo posible, en arbitrariedades e injusticias.
—Has participado de proyectos de pantalla nacional; en el último tiempo, de pantalla internacional. ¿Cómo analizás ese desplazamiento?
—La TV está totalmente desmantelada, como muchas industrias o pymes. Las pantallas de producción nacional tendrían que activar más fuentes de trabajo y generar ficciones que sean comprometidas con la realidad. Las productoras como HBO o Netflix son trabajos que uno agradece, pero a veces cuentan historias de las que uno está alejado porque hay que mostrarlas al mundo. El caso de El eternauta es especial: cómo contar una historia bien nacional y llevarla al mundo. Para hablar de El Eternauta, cabe la frase “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”.