Durante las primeras décadas del siglo XX, el diseño de las monedas de curso legal en Estados Unidos experimentó transformaciones relevantes. Entre ellas, una de las series más distintivas y breves fue el Standing Liberty Quarter, emitido entre 1916 y 1930. Su diseño, su limitada producción inicial y ciertas variaciones en los detalles técnicos de acuñación han convertido a esta pieza en una de las más apreciadas en el sector de la numismática.
El diseño original fue realizado por Hermon A. MacNeil y representa en la figura central a la Libertad de pie, quien sostiene un escudo en una mano y una rama de olivo en la otra como símbolo tanto de la disposición a la defensa como el deseo de paz.
Esta imagen causó cierta controversia, ya que en su primera versión la figura femenina aparecía con el pecho parcialmente expuesto. Posteriormente, en 1917, la imagen fue modificada para cubrir esa parte con una cota de malla, lo que dio origen a una nueva subcategoría de la serie.
Existen tres tipos principales de Standing Liberty Quarters:
La posición de la marca de ceca, ya sea “D” (Denver) o “S” (San Francisco), se encuentra en el anverso, justo a la izquierda de la fecha. Las piezas emitidas en Filadelfia no incluyen ninguna insignia. Un pequeño detalle adicional que ayuda a identificar estas monedas es la letra “M”, colocada a la derecha de la fecha, inicial del artista responsable del diseño.
Para evaluar correctamente una moneda de este tipo, es esencial revisar ciertos aspectos físicos:
El estado de conservación es un factor determinante en la valoración de estas monedas. Los ejemplares que presentan todos los detalles originales con claridad se clasifican como “Full Head” (Cabeza Completa), lo que hacer referencia a la nitidez del rostro y el casco de la figura central. Estas piezas son notablemente más costosas que aquellas con detalles borrosos o mal acuñados.
También se presta atención a los remaches del escudo que sostiene la figura de la Libertad. Si estos relieves están completos y bien definidos, la moneda puede multiplicar su precio de mercado. De igual modo, aquellas que aún conservan su brillo original sin signos de manipulación o desgaste también incrementan su valor entre coleccionistas.
Las casas especializadas como el Servicio Profesional de Calificación de Monedas (PCGS, por sus siglas en inglés) y Numismatic Guaranty Company (NGC) ofrecen servicios de certificación que garantizan la autenticidad y el estado de las monedas. Las piezas certificadas suelen alcanzar precios más altos y son más confiables en operaciones de compra o subasta.
Entre las variantes más buscadas se encuentra la moneda de 1918 acuñada en San Francisco, con la peculiaridad de llevar una sobrefecha: el número 8 fue impreso sobre un 7, lo que creo la ahora famosa “1918/7-S”.
El error de la sobrefecha ocurrió durante el cambio de troqueles entre un año y otro. Debido a la alta demanda durante ese periodo, el troquel defectuoso fue utilizado sin mayores reparos.
Otra emisión destacada es la de 1916, el primer año de producción de esta serie. Su acuñación ocurrió a finales de ese año, lo que restringió la cantidad total a solo 52.000 unidades. Estas entraron en circulación sin que el público fuera informado del nuevo diseño, lo que redujo las posibilidades de conservación. Los ejemplares de 1916 con calificación alta son extremadamente escasos.
Según datos actualizados de PCGS y NGC, los precios de los Standing Liberty Quarters pueden variar desde unos pocos cientos de dólares hasta cifras que superan ampliamente los US$100 mil. Un ejemplar de 1918/7-S en condición perfecta puede alcanzar hasta US$145 mil. Las monedas de 1916, en estados de conservación sobresalientes, superan los US$190 mil.
Diversas plataformas han demostrado una gran disposición a pagar cifras elevadas por ciertos cuartos de dólar en condiciones excepcionales. Un ejemplo de ello es la pieza de 1918/7-S en estado MS65, vendido por Heritage Auctions por US$109.250.
Otros ejemplares relevantes incluyen la edición de 1919-D con cabeza completa, única en su categoría con calificación MS-67, que alcanzó los US$152.750 en Stacks Bowers. La versión emitida en San Francisco en ese mismo año también registró cifras destacadas en subastas tras alcanzar los US$258.500 en una venta especializada.
El mercado valora tanto la historia como la condición técnica de estas piezas. Por ello, las que están bien preservadas, con acuñaciones completas y origen confirmado, siguen siendo objeto de inversión por parte de coleccionistas y especialistas numismáticos.