La Unión Industrial Argentina (UIA) entregó al Gobierno nacional, a través del jefe de Gabinete, Guillermo Franco, el Decálogo del Nuevo Contrato Productivo. Fue durante el 17° Coloquio Industrial de Córdoba, celebrado en esa provincia, ante un auditorio de 900 empresarios y autoridades. El evento tuvo como lema “Competir, invertir, integrar: el tridente del desarrollo”. Aunque ni esas palabras, ni la propuesta de la entidad hacen match con la línea de gestión de la Libertad Avanza, la UIA persiste en los intentos de un cambio de rumbo en la política oficial hacia el sector.
“La iniciativa busca la coordinación entre el Estado, la sociedad y el sector privado para construir una industria más moderna, federal, competitiva y sostenible”, indica la UIA, sin expresar críticas contundentes a la administración libertaria mientras se funden empresas, cierran fábricas, se discontinúa el empleo, vuelan las tasas de interés, ingresan sin restricciones productos importados que se fabrican a nivel local, cae el consumo interno y los costos en dólares escalan complicando aún más la tan nombrada y remanida “competitividad”.
El Decálogo del Nuevo Contrato Productivo incluye 10 principios para fortalecer la industria argentina a través de la articulación entre el sector público -en todos sus estamentos-, el privado y la comunidad.
El documento, firmado por todos los socios y adherentes de la UIA, sostiene que para lograr competitividad es fundamental un orden macroeconómico estable, la correcta inserción internacional -acompañada de una reforma tributaria, aclaran-, el desarrollo federal, la modernización laboral y la promoción del financiamiento para infraestructura, innovación y sustentabilidad.
“Nuestro desafío es ser cada vez más competitivos puertas adentro de nuestras fábricas; pero, para lograrlo, necesitamos un Estado que asuma su rol en la definición de políticas productivas que generen las condiciones adecuadas”, reclamó Martín Rappallini, presidente de la entidad fabril.
Pero, ¿es posible rediseñar el rol del sector productivo como motor del progreso argentino -según plantea el decálogo-, en el marco de la presidencia de Javier Milei? Otras entidades hermanas de la UIA sostienen que definitivamente NO y cuestionaron la presentación por considerarla “tibia” respecto a las graves consecuencias del esquema Milei para la actividad. Desde su asunción en el ejecutivo, se fundieron casi 15.600 unidades productivas en todo el país.
La UIA pretende una relación con el mundo que “debe incentivar la producción, la exportación y el agregado de valor, garantizar el acceso a mercados estratégicos y permitir la competencia en condiciones justas a nivel global. Al mismo tiempo, consolidar un mercado interno sólido —basado en la formalización de la economía y el resguardo frente a prácticas desleales como el dumping y la informalidad— resulta esencial para asegurar un crecimiento económico sostenido”. Cualquier inconsistencia con la realidad actual es pura coincidencia.
«Sabemos que el camino requerirá tiempo, constancia y cooperación, pero también que los objetivos están claros y el rumbo está trazado», se ataja el documento dando cuenta de un planteo a largo plazo. El problema es la urgencia y emergencia en la que se encuentra embarcado el sector. Por eso la demanda de otras organizaciones industriales respecto a la necesidad de que la UIA realice un cuestionamiento fuerte a la política económica vigente.
El tercer punto de los 10 principios cuyo título es «Competitividad sistémica» advierte que «es imprescindible nivelar las condiciones de competencia y eliminar la informalidad para reducir la competencia desleal» y reclama que en la balanza se incluya el “costo argentino estructural”: sistema impositivo distorsivo, infraestructura deficiente, financiamiento escaso y costoso, sobrecostos logísticos, marcos regulatorios complejos y brechas en la formación de capital humano.